s se celebrará la final de la Copa del Rey. Finalísima por enfrentar a dos enemigos irreconciliables. Real Madrid y Atlético de Madrid frente a frente por el segundo trofeo de España. A priori, este partido debería ser una fiesta para ambos clubes y un reto conseguirlo. Pero esta vez no es así, al menos para uno de los dos.
El Atlético de Madrid viene de finiquitar su objetivo, que no era menos que clasificarse para Champions League. Y lo hace por todo lo alto. Los de Simeone han conseguido una meritoria tercera plaza que les da pase directo para la máxima competición europea. Pese al tropiezo en Uefa Europa League, la temporada ha sido de notable, y esta Copa del Rey sería la guinda del pastel, si bien perderla tampoco crearía estragos en el estamento rojiblanco.
Enfrente está el Real Madrid. Los merengues han fracasado esta temporada perdiendo la Liga y no consiguiendo la Décima, que era el objetivo prioritario. Con el vestuario dividido, con un capitán en horas bajas, rumores de salida de media plantilla y un entrenador con ganas de montar la marimorena, el Real Madrid se encuentra con esta Copa del Rey. De ganarla, el trofeo no arreglaría el año para los blancos; de perderla, podría ser el finiquito para una entidad demasiado tocada en los últimos tiempos. La derrota incendiaría el Bernabéu, pues perdería el único trofeo que le queda y, para más inri, frente a uno de sus máximos rivales. Mourinho entraría en cólera en rueda de prensa (si bien eso creo que pasará aunque gane), los medios se echarían encima del club y la plantilla se revolvería aún más en el vestuario.
El Atlético de Madrid puede poner el broche de oro con esta Copa. El Madrid no tiene nada que ganar y mucho que perder, ya que lo único que necesita el club blanco es que esta temporada termine. Cuando un trofeo - que aunque no es top si es "bonito de ganar" - molesta, es que el club no se encuentra en sus mejores momentos. Y esta Copa, para el Real Madrid, es un problema.
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